VOLAR YA NO ES LO QUE ERA: ASÍ HA CAMBIADO LA EXPERIENCIA DEL PASAJERO

Por. Verónica de Santiago
24/06/2025.- Llevo años volando. Muchísimo. Corto y largo radio, por trabajo y por placer, en todo tipo de compañías y clases. He visto cómo ha cambiado la aviación comercial, cómo se han rediseñado cabinas, procesos y precios. Pero lo que más he notado en los últimos tiempos no es un cambio, sino un deterioro. Un declive lento pero constante de la calidad del servicio a bordo. Volar ya no es una experiencia que uno espera con cierta ilusión, sino una sucesión de incomodidades por las que pagamos más que nunca.
“La fidelidad del viajero también tiene un límite. No todo se puede justificar con eficiencia, recortes o protocolos.”
¿Por qué el servicio a bordo es cada vez más pobre?
Hace solo unos días volé en un trayecto largo, de más de siete horas y media, durante la noche. Cabina de clase turista. Pasadas unas tres horas, cuando la mayoría del pasaje dormía, sucedió algo difícil de entender: las luces de la cabina se encendieron de golpe. Todo el pasillo iluminado como si estuviésemos aterrizando. ¿El motivo? Repartir bolsas de M&M’s. Literal. A esto le siguió la voz alzada al unísono de varios TCP: “¿AGUA?”, como si alguien hubiera pedido auxilio en lugar de silencio. Sé que el trabajo de la tripulación de cabina es complejo: turnos largos, cambios horarios, pocas horas de sueño, trato constante con el público. No lo subestimo.
Pero la actitud de estos profesionales, también ha cambiado. En aquel vuelo, solo una auxiliar mostró una sonrisa, amabilidad y atención -al menos, de los que los vi servir en mi zona-. El resto, con gesto hosco y voz cortante, parecían cumplir funciones sin ganas, sin amabilidad. Eso sí, en el galley mientras todos dormían o lo intentaban a su alrededor bien que estaban chismorreando a viva voz sobre temas personales.
“Hoy, por momentos, siento que lo único que cuenta es cuánto pueden exprimirnos antes de que pongamos un pie en el avión.”
¿Qué ha pasado con la comida en los aviones?
Y si hablamos de decadencia, imposible no mencionar la calidad de la comida en los aviones. Ya ni mantequilla te dan. Y no es un detalle menor: muchos pasajeros, por falta de apetencia o porque nada del menú convence, solo se comen el pan frío con mantequilla. Pues ni eso. Lo que sí parece mejorar, lentamente, es el regreso de cubiertos metálicos, tras años sufriendo con los de madera que se rompían al intentar pinchar un simple macarrón.
Por cierto, la variedad de opciones parece haberse reducido a un mantra inamovible: “¿pasta o pollo?”. Esa es toda la elección generalmente.
¿Dónde ha quedado el clásico zumo de tomate de los aviones? Desde que era niña, recuerdo que era una de las bebidas más demandadas y disponibles. Hoy, la oferta se limita a zumos concentrados de piña, naranja y, con suerte, alguna otra fruta. Malos, dulzones, industriales. Y eso que estudios señalan que cerca del 25% de los pasajeros piden zumo de tomate durante el vuelo, a pesar de que en tierra apenas un 23% afirma consumirlo alguna vez. Algo tendrá el ambiente presurizado que lo hace especial… pero ya ni eso se respeta.
“Estudios señalan que cerca del 25% de los pasajeros piden zumo de tomate durante el vuelo, aunque en tierra solo el 23% lo consume.”
El precio de los asientos y la puerta de emergencia
Mientras tanto, los precios no paran de subir. Si quieres facturar una maleta, pagas. Si eliges asiento, también. Y si tus piernas no caben entre los asientos estándar, te ofrecen una salida de emergencia por más de 100 € por trayecto. Pero aquí llega lo realmente preocupante: cada vez se controla menos quién se sienta en esas plazas de responsabilidad.
En un vuelo reciente São Paulo–Madrid, un pasajero en salida de emergencia recibió una extensión de cinturón. El TCP le advirtió, que no debería ir en ese asiento con esas características, pero dijo que harían “una excepción”. ¿Una excepción con la seguridad aérea? Todo por un clic en esa gran mentira “acepto las condiciones” al comprar el billete online. ¿Qué pasaría si esa persona tuviera que abrir la puerta en caso de emergencia?
“Total, si pasa algo, ya será tarde para todos.”
Y más aún, la temperatura tampoco ayuda. O vas congelado como un pingüino, o te asas como en agosto en Sevilla. Ni confort, ni control, ni equilibrio.
Volar más caro y peor servicio
La sensación general es que las aerolíneas han asumido que, como vamos a volar igual, pueden ofrecernos menos por más. Que tragaremos incomodidad, mal servicio y sobrecostes porque no tenemos alternativa real. Pero el viajero también se cansa. Y ya no todo vale.
“Echo de menos aquella época en la que volar tenía un mínimo de cortesía, de atención, de respeto por el pasajero.”
Quizás es hora de que alguien —además del pasajero— levante la mano y diga: basta.
F/ Caribeean News Digital