MINERÍA EN EL PERU
Por Antero Flores-Araoz*
El Perú además de pluriétnico, pluricultural y plurilingüi, también es pluriproductor, puesto que somos país pesquero, agrícola, ganadero, minero, turístico y gasífero, entre otra serie de actividades, aunque con diferente importancia en relación con la PEA, el valor de lo producido, su contribución al sostenimiento del Estado vía tributaria, y a la balanza comercial mediante sus exportaciones.
Más que evidente, por su aporte al Fisco, su ayuda a las comunidades del área de influencia, y la generación de recursos económico-financieros por exportaciones, adicionalmente a la creación de puestos indirectos en mayor medida que los directos, la minería tiene un lugar destacadísimo en la economía nacional.
Nuestra patria tiene el casi exclusivo atributo de tener su territorio ocupado de norte a sur por la Cordillera de los Andes, y no con un ramal de montañas sino de tres, preñados de ingentes cantidades de minerales metálicos y no metálicos. Pese a ello existen antisociales que dan la espalda a dicha realidad, y lo que es peor, oponiéndose a la exploración, extracción y transformación de los minerales bajo la errada tesis de ser incompatible con la agricultura y dañar el medio ambiente.
Ésa si fue la realidad de la primera mitad del siglo XX, pero lejana a lo que actualmente se vive, en que la minería formal puede convivir en el mismo espacio que la agricultura, pues preserva el medio ambiente, protege los recursos hídricos, cumple con estándares internacionales, existiendo claras y severas reglas para el cierre de minas, cuidándose hasta del paisaje.
Adicionalmente la minería, que además paga sus impuestos, tasas y contribuciones, entrega regalías y también colabora con su entorno comunitario, puesto que con responsabilidad social hace obras comunales como son escuelas, caminos, postas médicas, suministro eléctrico así como agua y alcantarillado, entre varios otros. Todo ello sin olvidar, que antes de iniciar operaciones y generar recursos, ya está contribuyendo con aportes y donaciones previos a la llamada “licencia social”.
El Presidente de la República, recientemente le ha reclamado al empresariado acelerar sus inversiones. Francamente ¡se pasó! El mundo al revés, pues quienes deberían reclamar al Estado son los empresarios, pequeños, medianos y grandes, por los trámites y requisitos exagerados; así como demoras irracionales en la expedición de autorizaciones, licencias, permisos y concesiones.
Deberían reclamar también, y lamentablemente no lo hacen, por el escaso compromiso gubernamental para hacer docencia de desarrollo con toda la población, defender al empresariado formal para que invierta con tranquilidad, y fomentar el respeto a las actividades extractivas, como a las de transformación y su comercio, para que ellas puedan generar los deseados puestos laborales.
El Estado no puede contentarse con arbitrar mesas de diálogo, sino tomar la batuta para involucrarse en hacer comprender a la población los beneficios de la saludable inversión. Promover el diálogo comunal-empresarial, bien por cierto, pero como vemos insuficiente.
También el Estado debe explicar que las riquezas de nuestro subsuelo son de todo el país y no solamente de los lugareños en que ellas se encuentran. Todos tenemos interés en el desarrollo y prosperidad y la minería contribuye a ello, pese a que algunas comunidades, que irracional e irreflexivamente, se oponen por intereses subalternos a que el Perú sea un país mejor para todos.
* Reconocido jurista y político peruano Fundador del partido ORDEN
Ha sido Diputado, Constituyente y Congresista de la República del Perú, siempre de la mano del Partido Popular Cristiano. En el 2004, fue electo como Presidente del Congreso entre otros importantes cargos diplomáticos.
* Candidato a la Presidencia 2016