EL LEGADO HUMANO DEL REY BALDUINO

BELGICA/23/09/2025.-El pasado 7 de septiembre se conmemoró un nuevo aniversario del nacimiento del rey Balduino, una figura recordada no solo por su papel institucional, sino también por la profunda dimensión humana que caracterizó toda su vida. Balduino de Bélgica supo cultivar una trayectoria marcada por la constancia, la templanza y un compromiso inquebrantable con el prójimo. Su existencia estuvo guiada por un ideal sencillo pero poderoso: el respeto a todo ser humano sin distinción, como base de una convivencia más justa y solidaria.
La memoria del monarca trasciende la política y se enraíza en los valores personales que supo practicar con discreción. En un tiempo en el que la figura de la realeza era observada bajo la lupa de los cambios sociales y políticos de Europa, Balduino supo mantenerse fiel a una manera de vivir donde lo humano se situaba por encima de lo protocolario. Quienes lo conocieron coinciden en que su cercanía, su serenidad y su sensibilidad eran tan notables como su sentido de la responsabilidad.
En ese marco de vida equilibrada, el rey encontraba refugio en la naturaleza. Para él, el contacto con los paisajes, los árboles y el mar no era un mero pasatiempo, sino una vía de espiritualidad y renovación interior. La naturaleza le ofrecía un espacio de silencio y contemplación, donde podía fortalecer su espíritu para ejercer con mayor lucidez su papel de servidor público. Esa conexión con el entorno natural, aún hoy palpable en los lugares que frecuentó, constituye una lección vigente sobre la importancia de preservar la armonía con el mundo que nos rodea.
Nada de ello hubiera sido posible sin el sostén de su familia y, en especial, sin el amor incondicional de la reina Fabiola. Su matrimonio fue mucho más que una unión institucional: se convirtió en un ejemplo de complicidad, respeto mutuo y ternura compartida. El cariño que ambos se profesaban se transformó en una fuente de fortaleza para enfrentar momentos difíciles y en una inspiración para quienes creen que la vida en pareja puede sostenerse sobre valores auténticos y duraderos. Fabiola acompañó a Balduino en su vocación de entrega a los demás, compartiendo su sensibilidad y aportando su propia calidez a la labor de cercanía con la gente.
Ese legado humano y espiritual se mantiene vivo y puede conocerse de forma tangible en la Villa Astrida, en la ciudad de Motril en Granada (España). Esta residencia en la costa granadina, donde los reyes pasaron largas temporadas, se ha convertido en un lugar emblemático para quienes desean acercarse a la memoria de Balduino. Más que un espacio físico, Villa Astrida representa un símbolo de la conexión entre vida privada, naturaleza y servicio a los demás. Quien la visita no solo recorre un escenario cargado de recuerdos, sino que entra en contacto con una manera de entender la existencia que se basaba en la humildad y el amor sincero hacia el prójimo.
Visitar este enclave supone también revivir la calidez de un rey que, pese a sus responsabilidades de Estado, nunca perdió la dimensión sencilla de la vida cotidiana. Allí, Balduino disfrutaba de la compañía de su esposa, de la tranquilidad del mar y del sosiego que ofrece el sur de España. En esas paredes y jardines aún se respira la esencia de quien supo encontrar en la serenidad su mayor fortaleza.
Hoy, al recordar su cumpleaños, no se trata solo de rendir homenaje a una figura histórica, sino de reflexionar sobre un estilo de vida que sigue siendo ejemplo en la actualidad. En tiempos donde las sociedades enfrentan desafíos de convivencia, desigualdad y pérdida de valores, el testimonio de Balduino emerge como una invitación a recuperar la constancia y la templanza como virtudes esenciales. El respeto sin condiciones, el cuidado de la naturaleza y el apoyo familiar son pilares que cobran vigencia en un mundo que necesita referentes de equilibrio y humanidad.
El rey Balduino dejó un mensaje que continúa vivo: la verdadera grandeza no se mide por títulos ni honores, sino por la capacidad de amar, respetar y servir a los demás. En Motril, ese legado sigue presente, invitando a ser descubierto por quienes buscan inspiración en la vida de un monarca que supo ser, ante todo, un ser humano ejemplar.
F/ RMTR