VIVIENDAS VACACIONALES

Tradicional vivienda vacacional en la isla de Gran Canaria, un modelo de amplia aceptación para el descanso de familias numerosas.
Hace un par de años, escribimos y publicamos dos reportajes sobre la vivienda vacacional en todo el mundo, destacando su excepcional importancia para el desarrollo del turismo del ocio.
Hoy la problemática del desarrollo de esta actividad a nivel internacional, ha tomado tal importancia que ha llegado a suponer un grave problema su expansión, lo que obligadamente ha supuesto la intervención de los gobernantes políticos en el tema.
No nos duelen prendas, ni nos vamos a esconder en la modestia, cuando estamos calificados por la Organización Mundial de Turismo, como expertos en la materia.
Este problema no tenía por qué haber llegado al estado en que se encuentra si en su momento se hubiese tratado el tema con el debido conocimiento.

Vivienda vacacional en Nueva York, una ciudad más dentro del problema mundial del tema, con cientos de viviendas ocupando el espacio de esta actividad turística…
Aclarando la situación, la base principal de tema consiste en saber de qué mercado estamos tratando, pues este es – sin ningún género de dudas – la base sobre la que se sustenta la existencia de la vivienda vacacional. Olvidarse de esto en toda la discusión que se aborde sobre el asunto, es estar en la luna. Si no existiese mercado para este tipo de alojamiento, sencillamente no existiría.
Parece lógico suponer que un ama de casa normal que se pasa la vida cumpliendo las labores propias de su casa, desde lavar los platos, las ropas, fregar los pisos o limpiar los muebles, vaya a cambiar esto por ir a hacerlos desde Berlín o París a las Islas Canarias, por poner un simple ejemplo, a poco que tenga la oportunidad de disfrutar de las atenciones de un hotel. Ese es el mercado donde tienen su base las casas vacacionales. Ese es el mercado también de los hoteles, desde los que tiene una estrella hasta esos de siete, que tienen hasta los pisos de oro, te levantan por la mañana con música en vivo de violines, o te pasas las veladas en sus más sofisticadas salas de fiestas… La competencia entre la hostelería tradicional y las casas vacacionales tienen unos límites intangibles sobre los que es fácil negociar sus capacidades. Es cuestión de empresarios inteligentes y capacitados, no de políticos que cobran sus sueldos a fin de mes haya luz o estemos a oscuras.
Los mercados de la hostelería tradicional y el de las casas vacacionales, repetimos, se producen por circunstancias relacionadas con las disponibilidad económica de los actores. Buscarles otras dimensiones no es de recibo. Lo hemos explicado anteriormente. Fregar los platos en Berlín no va a cambiar mucho a tener que fregarlos en Canarias, o en El Caribe, natural-mente siempre que se pueda y se esté en condiciones de no tener que hacerlo.
El mercado de las casas vacacionales se nutre de aquellos cuyos recursos económicos no alcanzan ni siquiera para disfrutar de los cruceros de la MSC, no digamos del más económico de los hoteles, pero que su nivel cultural le da para apreciar el beneficio que le proporciona el viaje, el contacto con un ambiente distinto al suyo habitual, y toda esa oferta que nos proporciona en muchos de los casos, la naturaleza, la historia y el contacto humano.
El problema monumental que se ha creado al más alto nivel debe tener una rápida solución, pues se trata solo de llegar a un entendimiento entre empresarios de distinto nivel, pero con una única meta: servir al desarrollo del turismo internacional. Esa debe ser la base de toda esta extraña discusión.
Comprensión, queridos amigos. Lo tienen todo. No lo desaprovechen.
Repetimos: “Las autoridades públicas nacionales, regionales y locales, favorecerán e incentivarán, todas las modalidades del desarrollo turístico… las políticas turísticas se organizarán de modo que contribuyan a mejorar el nivel de vida de la población de las regiones visitadas y respondan a sus necesidades… se llevarán a cabo con respeto al patrimonio artístico, arqueológico y cultural de los pueblos, que deben proteger y trasmitir a las generaciones futuras.” (Del Código Ético Mundial para el Turismo)
Antonio-Pedro Tejera Reyes.