RECORDANDO OLIMPIADAS : JESSE OWENS, EL ATLETA QUE DERROTÓ AL NAZISMO

EL ANTÍLOPE DE ÉBANO: Según la ex atleta francesa Maryse Ewanjé-Epée, a Owens le costó toda la vida entender lo que representó, y no supo jugar ese papel.
Por J. M. Sadurní
El atleta norteamericano echó por tierra la teoría de la supremacía de la raza blanca, que la Alemania nazi de Adolf Hitler sostenía, ganando cuatro medallas de oro en las Olimpiadas de Berlín de 1936. Pero a su regreso a los Estados Unidos, Owens siguió siendo discriminado por ser afroamericano.
Cuando Jesse Owens aterrizó en Berlín en agosto de 1936 ya era una celebridad en los Estados Unidos. Lo que consiguió en su país en 1935 durante una competición universitaria, la Big Ten Conference, ha sido considerado como «los mejores 45 minutos del deporte». Y es que en menos de 45 minutos, Jesse batió cinco récords mundiales e igualó otro. Uno de ellos, el de salto de longitud (ocho metros y trece centímetros), se mantuvo en vigor durante 25 años. Pero a pesar de ganar cuatro medallas de oro durante las Olimpiadas de Berlín, la vida de aquel atleta afroamericano, nacido el 12 de septiembre de 1913 en Oakville, Alabama, seguiría siendo la misma que la de muchos de sus compatriotas de color cuando regresó a su país.
UN SÍMBOLO MARGINADO
En el imaginario colectivo, Jesse Owens encarna a un tipo de raza negra que se enfrentó con éxito al nazismo, aunque en palabras de la ex atleta francesa Maryse Ewanjé-Epée: «En absoluto fue este el caso». En el año 2016, Ewanjé-Epée publicó el libro Jesse: La fabulosa historia de Jesse Owens, en el que cuenta la peripecia de un atleta afroamericano que triunfó en la Alemania nazi ante los ojos del mismísimo Adolf Hitler. Según ella, Jesse se convirtió en un auténtico símbolo, pero no supo sacarle partido. «A Owens le costó toda la vida entender lo que representó, y no supo jugar ese papel». Para la ex atleta, Owens se convirtió, sin él desearlo, en un símbolo de la lucha contra el racismo, cuando en realidad no era más que «un pobre chico negro, hecho a sí mismo».
Después de alcanzar la cima (los alemanes le pedían autógrafos y era felicitado por los aficionados), Jesse volvió a los Estados Unidos esperando un reconocimiento por parte de su gobierno que nunca llegó. Mientras que en Alemania a Owens se le había permitido viajar y alojarse en los mismos hoteles que los atletas blancos, al llegar a su país natal, el campeón fue menospreciado, ya que por aquel entonces los afroamericanos no disfrutaban de los mismos derechos que la población blanca. Por si fuera poco, el presidente Franklin Delano Roosevelt nunca llegó a recibirlo en la Casa Blanca porque su prioridad era conseguir el voto de la población sureña, abiertamente racista. Ni siquiera le envió una felicitación por escrito. Tras el desfile en honor a los campeones que tuvo lugar Nueva York, a Owens no se le permitió entrar en el hotel Waldorf Astoria por la puerta principal, y tuvo que llegar a la recepción del hotel subido en el montacargas…INCREIBLE PERO ES LA HISTORIA…
F/ National Geographic
Foto: Cordon Press