JUEVES SANTO Y LA MUERTE DE GARCIA MARQUEZ
Solo a él, en su genialidad se le ocurrió morir en Jueves Santo, o Jesús que estaba orgulloso de su obra ya que todos somos obra de Dios creados a su imagen y semejanza, lo amaba tanto por su genialidad, que decidió que lo acompañara en su pasión y muerte… Ya que sin proponérselo su muerte ha quitado cierta espiritualidad a los llamados por los cristianos días santos… Puesto que no podíamos permanecer ajenos al dolor de su partida en un momento en que todos nuestros pensamientos debían estar dedicados al más grande, nuestro Creador…
Algunos deciden:
moriré en París con aguacero
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París – y no me corro –
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Pues César Vallejo no murió un jueves, pero si un viernes 15 de abril de 1938 …
Son sucesos dolorosos que no por esperados dejan de conmover al mundo, porque así de trascendental es la vida de estos personajes que son inmortales ya que su obra trasciende el tiempo y la historia, y serán no solamente cien años que su obra seguirá sorprendiendo a las nuevas generaciones, aún más que a las nuestras, dado que ese estilo real maravilloso, estará más lejos del alcance de su imaginación, puesto que son generaciones dominadas por la tecnología y el duro materialismo de la ciencia que tiene una respuesta para todo.
Les parecerá fuera de toda lógica, que alguna vez haya existido un escritor colombiano que fue premio Nobel de literatura por escribir una historia de un pueblo irreal llamado Macondo, donde entre tantas fantasías, Remedios la Bella se va levitando al cielo con las sábanas de Fernanda, dejando en su espacio un olor vergonzoso (a heces) lo que magnificaba su presencia en todos los lugares en los cuales había estado, ya que se podía adivinar hasta el tiempo que estuvo en lugar sólo por la persistencia del olor.
Macondo, donde llovió durante cuatro años. Aquí vale la pena hacer una pequeña digresión si hacemos un símil con el diluvio de Noé tiene mucho de religiosidad.
Un pueblo donde se originó una peste de amnesia, un pueblo donde llovieron flores amarillas, y cierta vez hubo una invasión de mariposas amarillas, y donde el mayor temor era que naciera un niño «colichancho» (cola de cerdo) a fuerza de casarse entre sí, pues ese día se acabaría la dinastía de los Buendía…
Ciertamente no somos críticos literarios sólo somos parte del ejercito de almas que hizo volar su imaginación al compás de los sueños de Laureano Buendía.
Es una pérdida irreparable, pero tenía 87 años, y los seres humanos no somos inmortales como sus personajes, tuvo en su vida todos los reconocimientos que merecían su disciplina y dedicación de escritor, sin embargo, lo que más añoraba fueron sus días de periodista, y como tal lo conoció mi maestro Hernán Villar en Caracas Venezuela, como ya les comenté en editoriales pasados…Y como dice Plinio Apuleyo Mendoza destacado periodista colombiano otro gran amigo de la época de mi maestro, se conocieron en Caracas, cuando “Gabo” “Era feliz e indocumentado”
Los hombres traspasan el umbral de lo cotidiano a un mundo eterno, y eterno será su recuerdo en tanto y cuanto sus obras permanezcan vivas. Estamos seguros que “100 años de Soledad” su Obra Cumbre, será parte de los cursos de literatura en las mejores universidades del mundo, puesto que ha sido traducida a 40 idiomas, sólo queremos añadir como homenaje a este incomparable escritor una frase que nos encanta o mejor dos…
“Lo que no le perdono a la vida es que no pueda morir de amor, que es la única forma digna de morir”
“El secreto para una buena vejez es haber hecho toda la vida sólo lo que me da la gana”
La Directora