COLOSOS DE MEMNÓN, NO ME CANSO DE MIRARLOS
Por Juan Antonio Narro Prieto Dos estatuas gigantes, enormes moles pétreas, con más de 3.000 años a sus espaldas, custodian cerca de la ciudad de Luxor la entrada del que fuera el templo funerario de Amenhotep III, dicen que uno de los más extensos de cuantos había en esta orilla del Nilo. Tan imponentes, tan ciclópeas, tan faraónicas que ni siquiera un gran terremoto, a pesar de hacer estragos y deteriorarlas, pudo con ellas. Estas figuras sedentes aguantaron el paso del tiempo, la climatología, la erosión, numerosas inundaciones, la fuerza del aire, el envite de la arena, el vandalismo y…