EL EFECTO “STOPOVER”: LECCIONES DE PANAMÁ Y OPORTUNIDADES PARA EL PERÚ

By Carlos Rangel Bosque
Gerente General en United Airlines Perú
LIMA/PERU/18/09/2025.-Un modelo que combina aviación y turismo, capaz de diversificar visitantes, generar empleo y proyectar la marca país
Cuando uno viaja, una escala suele sentirse como una espera obligada: tiempo muerto entre un vuelo y otro. Sin embargo, algunos países han sabido transformar ese “trámite aeroportuario” en una puerta de entrada a experiencias que generan valor, empleo y, sobre todo, una nueva forma de proyectar la marca país.
En el primer semestre de 2025, Panamá nos dio un ejemplo concreto. Su programa Panamá Stopover, impulsado por Copa Airlines junto con la Autoridad de Turismo de Panamá (ATP) y PROMTUR, alcanzó casi 95.000 pasajeros que decidieron quedarse unos días en lugar de seguir directo a su destino final. Solo en julio fueron más de 17.500 viajeros, un récord mensual desde su lanzamiento en 2019. Desde su creación, este programa ha traído más de 640.000 visitantes y la proyección es clara para este año: superará los 185.000 visitantes.
Este esquema permite a los pasajeros en tránsito quedarse hasta siete días en Panamá sin costo adicional en su boleto, y ha demostrado ser un motor para el turismo, la economía y el empleo.
No se trata de cifras frías. Detrás de cada estadía —que promedia tres días— hay turistas que recorren el Canal, prueban la gastronomía, compran en sus centros comerciales o descubren la riqueza cultural panameña. Hay más de 80 empresas locales que hoy trabajan con este programa, demostrando lo que puede lograrse cuando aerolínea, gobierno y sector privado empujan en la misma dirección.
Otros casos que vale la pena mirar
Islandia lleva años aplicando la fórmula con Icelandair Stopover, atrayendo viajeros que cruzan entre Norteamérica y Europa para quedarse a ver auroras boreales y paisajes volcánicos. Singapur y Dubái, cada uno a su manera, también han hecho de la escala una oportunidad: estadías breves con paquetes turísticos, incentivos de alojamiento y experiencias diseñadas a la medida. La receta es parecida: conectividad estratégica, infraestructura sólida y un relato de destino convincente.
¿Y si el Perú hiciera lo mismo?
Nuestro país reúne condiciones envidiables: ubicación privilegiada, un aeropuerto internacional en Lima que acaba de estrenar un nuevo terminal y un portafolio turístico que no necesita presentación: Machu Picchu, la Amazonía, culturas milenarias, desierto costero, la sierra sur, gastronomía reconocida en todo el mundo.
Un programa Stopover en el Perú podría convertirse en una palanca poderosa para el turismo receptivo. Sería una manera de distribuir mejor a los visitantes, generar empleo en hoteles, restaurantes y agencias de viaje, visibilidad a ciudades que suelen quedar fuera de los circuitos principales con impacto directo en empleo y en divisas. Imagina a un viajero que solo iba a cruzar por Lima y termina descubriendo Arequipa, Trujillo, Iquitos o Chiclayo en una visita de corta duración, pero con alto valor cultural y económico.
Por supuesto, no sería inmediato. Habría que coordinar entre aerolíneas, autoridades y operadores; facilitar la entrada y salida sin trabas; y asegurar experiencias bien organizadas, seguras y de calidad. El nuevo Jorge Chávez da un punto de partida, pero la clave estará en la capacidad del sector para responder de forma ágil y competitiva.
Lo que nos enseña Panamá
El éxito panameño demuestra que un Stopover no es solo marketing: es una política de conectividad y desarrollo, que ha demostrado ser ingeniosa, bien gestionada, elevando la visibilidad internacional del país, diversificado el perfil de visitantes, prolongado estadías y elevado el gasto turístico. En otras palabras, ha convertido minutos de espera en historias que los viajeros quieren seguir contando.
La oportunidad estratégica para el Perú
Si algo nos enseña este caso es que el Perú ya tiene todos los ingredientes: riqueza cultural, biodiversidad, regionalidad vibrante y cada vez mejor conectividad aérea. Lo que falta es la receta: un diseño inteligente, coordinado y enfocado en experiencias memorables que inviten a regresar. Tanto Panamá como Islandia, Singapur o Dubái nos muestran que, con visión y coordinación, una simple conexión puede ser el inicio de una historia que el viajero quiere seguir escribiendo.
En un mundo donde la competencia por atraer viajeros es feroz, debemos preguntarnos: ¿queremos seguir siendo solo un punto de conexión, o podemos transformarnos en “la escala irresistible en la que vale la pena quedarse”?
Estoy convencido de que la respuesta está en nuestras manos. Tal vez sea momento de dar el primer paso y empezar a escribir la versión peruana de esta historia.