70 AÑOS DEL FIN DE LA 2º GUERRA MUNDIAL Y NO APRENDIMOS
Por Antero Flores-Araoz*
Este año conmemoramos el septuagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, que confrontó a la Alemania Nazi y a los países del Eje, incluido Japón, con gran parte de Europa Occidental y sus aliados, entre ellos la URSS, Estados Unidos de América y Canadá.
El resultado de dicha conflagración mundial fue muy triste, pues bajo el influjo de teorías racistas de superioridad étnica, autoritarismo de Estado y mesianismo político, se consumó un genocidio sin precedentes, que recordamos con estupor pero del que lamentablemente poco o nada hemos aprendido.
La Historia nos señala que hubo persecución a quienes tenían origen hebreo y profesaban la fe judía, que existieron campos de concentración en condiciones infra humanas, que se hicieron diabólicos experimentos con nuestros semejantes, que perecieron seis millones de judíos, veinte millones de rusos, diez millones de cristianos y 1900 religiosos católicos.
En adición, hubo millones de asiáticos y de gitanos que fueron violentados, expulsados de sus territorios, sometidos a los más viles vejámenes incluyendo torturas y trabajos forzados, hasta terminar sin vida.
Al concluir hace setenta años la guerra, no terminaron sus efectos, pues países como Alemania quedaron divididos y ciudades como Berlín partidas como queso, en que los que residían en un lado no podían ver a sus hermanos y parientes que estaban del otro lado, y en que además murieron muchísimas personas por tratar de escapar del régimen soviético que se instaló en algunos países europeos.
Mientras la cultura de la libertad y el desarrollo hicieron recuperarse a los países en conflicto, así como superar la situación prebélica y prosperar; los que quedaron bajo el yugo comunista, luego de soportar el nacionalsocialismo, tuvieron economías endémicas, más pobreza y esclavización por el Estado. Y lo más triste con pérdida de esperanza.
Cayó el muro de Berlín, se vino abajo la “Cortina de Hierro”, y los países que estuvieron detrás de ellos, asumieron la cultura económica occidental del mercado, con su contenido social, y el progreso no les fue esquivo.
Los padecimientos de la Segunda Guerra Mundial, creímos que eran suficiente antídoto, o probable vacuna, para evitar otras acciones bélicas, que únicamente generan destrucción y muerte. Craso error, no aprendimos nada, pues han surgido nuevas confrontaciones armadas, sea con pretextos limítrofes, políticos, ideológicos o religiosos, que ponen al mundo en permanente zozobra y a los seres humanos angustiados por el futuro y con temor al presente.
Ejemplos tenemos por doquier, basta recordar lo de Irán, Iraq, Afganistán, Chechenia, Yugoeslavia, Vietnan y tantas otras latitudes en que hay o ha habido graves guerras con miles de seres humanos muertos o desaparecidos. Y peor todavía los ataques terroristas que bajo supuestos motivos religiosos tratan de sembrar el caos mundial y fomentar las respuestas violentas de los países agraviados.
Los líderes mundiales, al igual que los religiosos, tienen en este año conmemorativo del septuagésimo aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, la responsabilidad de recordarle al mundo los padecimientos originados en ella, así como la necesidad de la tolerancia religiosa y la hermandad solidaria entre los seres humanos, para que alguna vez dejen de imitar la ferocidad de algunos animales y comportarse como personas.
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* Reconocido jurista y político peruano Fundador del partido ORDEN
Ha sido Diputado, Constituyente y Congresista de la República del Perú, siempre de la mano del Partido Popular Cristiano. En el 2004, fue electo como Presidente del Congreso entre otros importantes cargos diplomáticos.
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