ALGO SOBRE LA INTRANSIGENCIA
“Transigimos solamente con el mérito superior,
cuando con humildad se sitúa a nuestro nivel”
Ramón y Cajal (1852-1934)
Creemos ciertamente, que artículo escrito por nuestro distinguido colaborador Dr. Antonio-Pedro Tejera Reyes* es un ejemplo claro de cómo se deben manejar los políticos que pretenden trascender en la historia de nuestros países…
Benjamín Franklin, en su autobiografía, cuenta como triunfó en el hábito de discutir, y de qué forma modificó su manera de ser, llena de prejuicios.
“Adopté la regla – cuenta Franklin – de eludir toda contradicción directa de los sentimientos de los demás, y toda afirmación positiva de los míos. Hasta me prohibí el empleo de aquellas expresiones que significaban una opinión fija, como “seguro”, “indudablemente”, etc., y adopté en lugar de ellas, “por cierto”, “creo”, “al parecer”, “entiendo”, “imagino”, etc. Cuando otra persona aseguraba algo que a mi juicio era un error, yo me negaba el placer de contradecirla abiertamente y de demostrar enseguida algún absurdo en sus palabras. Al responder comenzaba observando que “en ciertos casos”, “en circunstancias”, su opinión podía ser aceptada. Pero que, en el caso presente “me parecía” que había cierta diferencia, etc. Pronto advertí las ventajas de este cambio de actitud. Las conversaciones que entablaba proseguían más agradablemente.
La forma modesta en que exponía mis opiniones les procuraban una recepción más pronta y menos contradictoria; me veía menos mortificado al notar que estaba en un error, y conseguía más fácilmente que mis contertulios admitieran sus errores y se sumaran a mi opinión cuando esta era justa.”
Estamos comentando un ejemplo vivo y aplicado de las variables que puede producir la actitud humana, donde la intransigencia debería ser desterrada para dejar paso a la moderación y al entendimiento. Procede este comentario desde la filosofía rotaria, ya que uno de sus lemas dice “dar de sí antes de pensar en sí”, lo que viene a ser una especie de rúbrica a lo que nos explica Benjamín Franklin.
Conviene entonces que tengamos siempre presente la necesidad de un proceder tendiente al acercamiento personal, con un gran sentido de la amistad y la simpatía, evitando las fricciones en los contactos sociales. Es sano conversar. Es el mejor medio para contrastar nuestras opiniones y criterios, generalmente forjados sin toda la óptica necesaria para ilustrarlos.
Formarse una opinión es fácil, pero también puede ocurrir que esa opinión esté equivocada o mediatizada por quienes nos la han trasmitido sin una información concreta y leal. Una conversación sana y veraz, donde salga la luz, es más que necesaria, para que los hombres sepan comprenderse, respetarse y apreciarse, algo absolutamente obligado en el complicado mundo en que vivimos.
Los estudios sobre la diplomacia que durante años hemos seguido, nos confirman la aseveración de la actitud de Franklin, como una de las mejores armas para la consecución de una vida en paz, y un entorno placentero en nuestro alrededor. Lejos quedan aquellos personajes irreductibles con los que todo este escenario es imposible de concretar. Es una desgracia que está padeciendo el mundo entero, contra la que luchamos desesperadamente aún a sabiendas de las dificultades que encontraremos ente personajes protegidos por el poder político que son capaces de urdir las más grandes manipulaciones con el fin de conseguir sus espurios fines.
*(Del Grupo de Expertos de la Organización Mundial del Turismo, OMT; de las Naciones Unidas, ONU)