DIÁLOGO ¿ILUSIÓN O REALIDAD?
Por Antero Flores-Araoz*
El Gobierno, con antecedentes no dialogantes, atendiendo al pedido formulado por amplísimos sectores “opositores” accedió a convocar a las agrupaciones políticas para conversar sobre los problemas del país y con agenda abierta.
La causa de la convocatoria no creo que fuere por convicción, pues los antecedentes no lo acreditan, aunque si por el ánimo de bajar las tensiones políticas que vivimos, las que afectan al país, atentan contra la gobernabilidad democrática, y obstruyen las medidas que puedan dictarse para recobrar el ritmo de crecimiento del Perú.
Muchas de las agrupaciones políticas han atendido la invitación de la Presidenta del Consejo de Ministros, y otras, en número menor, pese a haber solicitado dialogar, se abstuvieron de hacerlo, lo que indiscutiblemente es su derecho.
Conociéndose de los antecedentes de enclaustramiento voluntario del Presidente Humala y del partido que lidera, sin tender puentes a otros sectores políticos para buscar los caminos que conduzcan a mejores resultados a favor de todos los gobernados, asistimos a la convocatoria escépticos y dubitativos, y sin saber si el diálogo sería realidad o solo ilusión.
Como las palabras se las lleva fácil el viento, se requerían pruebas que pudieran acreditar las sanas intenciones gubernamentales de por fin conversar. Esas pruebas se dieron ante el anuncio de la restructuración de la Dirección Nacional de Inteligencia que se había mal empleado, quedando aún pendiente las sanciones por su indecoroso accionar. Otra de las pruebas fue la convocatoria de una segunda reunión de diálogo para dentro de un mes con la finalidad de conocer los avances logrados y las propuestas específicas que pudieren elaborar los técnicos del gobierno con participación de los partidos.
Los que hemos asistido al diálogo lo hemos hecho seguramente a conciencia que tal decisión no agrade a todos, que haya sectores que la cuestionen y que quizás no entiendan que es obligación de todos los peruanos proteger los intereses nacionales, y qué mayor interés, que los resultados de la gestión gubernativa sean positivos.
Quienes estamos en la actividad política tenemos que comprender que podemos ser adversarios pero no enemigos. Todos somos peruanos y se supone que queremos lo mejor de lo mejor para nuestra patria, e incluso quienes tenemos vocación de servicio y deseo de suceder el 28 de julio del 2016 al actual gobierno, incluso por propio interés de recibir un país en marcha y no un zafarrancho, deberíamos hacer lo sensato para que en el año y medio que le queda a la actual administración se pueda recuperar en algo el tiempo perdido.
Si todos trabajamos en la misma dirección, dando sugerencias factibles al gobierno, y si este último las valora con mente abierta y voluntad de rectificación, algo se habrá hecho en bien del país.
Tenemos que bajar los enfrentamientos que a nada conducen, debiendo volver a los sustantivos dejando de lado los adjetivos innecesarios, y más cuando ellos agravian y afectan a los otros. Pero bien claro, los temas de investigación y sanción, de ser el caso, de temas de corrupción tienen que seguir por los canales que la ley señala, sin entrampar el día a día que debe también ser atendido.
* Reconocido jurista y político peruano Fundador del partido ORDEN
Ha sido Diputado, Constituyente y Congresista de la República del Perú, siempre de la mano del Partido Popular Cristiano. En el 2004, fue electo como Presidente del Congreso entre otros importantes cargos diplomáticos.
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